jueves, 10 de abril de 2008

Una apología del Reggaetón

He dicho mil cosas en cuanto al reguetón y a su esencia: mil cosas que harían llorar de verguenza a los gigantes sobre cuyos hombros camino, pues todas sus grandes obras y su ideal de servir de base a un mundo superior, más humano y racional, ha servido solo para construir un mundo de reguetoneros. O de contemporáneos, si se prefiere. A veces me pregunto si la humanidad mereció un Goethe, un Mozart, un Vahn Gogh, un Da Vinci, un Voltaire o, ya muy forzado, un redentor cualquiera. Tan pronto como las obras de los genios quedaron construidas, los envidiosos pacientemente han tenido que destruirlas, así como las hiedras y la maleza erosionan la firme roca de un Palacio de Versalles o de una capilla Sixtina. Les es preciso destruir aquello que amenaza su autoestima y que les recuerda su eterna mediocridad. No basta con poner diques al genio; también hay que controlar su cauce cuando ya se ha desbordado.

En algo tenemos un punto en común los intelectuales y los pepenadores: ambos recogemos desperdicios que aparentemente son basura, desperdicio, desecho; pero que, desde nuestro punto de vista, tienen un valor. Pero el valor de la cultura olvidada es inmenso, es el punto de partida de la construcción social en la cual estamos insertos: somos algo más que un individuo en el espacio: somos un producto sociohistórico, de tal forma que nuestra biografía no empieza el día de nuestro nacimiento, sino que va más allá, a las raíces mismas de la cultura y de la sociedad; nuestra muerte no es el día final de nuestra existencia, sino que se extiende en la línea del tiempo hasta el día en que inevitablemente desaparezca nuestra especie. Rescatar la cultura del pasado y trascender conscientemente nuestro presente extendiéndonos hacia el futuro es la única eternidad posible, a la que solo muy pocos han llegado. Aunque ignoremos a los pensadores del pasado, su trascendencia está en la medida en que sus ideas influyeron en la configuración de nuestro mundo contemporáneo, ya sea porque posibilitaron un cambio o porque sus ideas provocaron una reacción contraria en los mediocres: el hombre superior influye cuando convence, e influye cuando es combatido y vituperado.

Pero he prometido una apología del reguetón: hela aquí:

El reguetonero es la persona más sincera e inteligente de la tierra. Se conoce a sí mismo y comprende perfectamente su parte animal y actúa en consonancia. Su sinceridad está en mostrarse tan animal como le sea posible, renunciando a su humanidad, pues comprende que jamás podrá alcanzarla. Humildad de la que deberíamos aprender. Su maravillosa inteligencia le ha hecho entender la complicada vida humana y su gran capacidad de síntesis lo ha llevado a simplificar y a encontrar la fórmula de la vida: “nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos” Todo lo resume en unas cuantas frases: “baby te quierooo uuo..” “mami soy tu vaquero...” “lo que pasó pasó” ¡Que le importan las complicadas tonterías de la liberación femenina! Construcciones humanas que nada tienen en común con el instinto, único rector válido de la vida y la conducta, dogma divino de la naturaleza. También desprecia profundamente a los epítetos que le lanzan sus más acérrimos adversarios, pues solo son construcciones humanas, vacías. ¿ética, moral, dignidad humana? Construcciones que restringen al instinto. Su vulgaridad no es inmoral y antiética, su ruido no es antiestético: son amorales, no conocen la ética y mucho menos la estética: estas son imposiciones, y ellos no imponen nada. Todo es válido, todo es perdonable. El pecado contra el espíritu del regaetón es el pecado contra el instinto mismo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu ya sabes que pienso del reggaetonaco, me vuiste escribirlo, asi que no dire mas.
See ya!

Anónimo dijo...

La verdad no me complico con los afectos a esa música. Simplemente comprendo que su nivel de estimación de buena música es muy escaso y se dejan llevar con lo primero que tenga buen ritmo, eso es todo :P
Bye!

Medicatrix vis Naturae dijo...

Buenas noches::

No es nada personal, es la opinion de tu escrito.. alli sencillamente describes ese genero que demuestra una vez por todas este lastre en el que se encuentra la sociedad de hoy, seria un avance de los reggaetoneros para su cociente intelectual entender queesta apologia no es mas que esun sarcasmo hacia lo detestable y aborrecible.. no me queda mas que dejarse llevar por un ritmo y una letra que ridiculiza la teoria de psicoanalisis de Freud.. demasiada filosofia para algo tan nimio.. en fine.. en todo caso me agrada como lo escribes..

Andrea