domingo, 23 de mayo de 2010

De la cucaracha

Pues ya que tengo un poco de tiempo para escribir un poco aprisa unos comentarios, y ya que no tengo ideas para escribir, me apropiaré de algunos elementos ajenos para hacer mi divagación; y me callo, porque si no, terminaré haciendo un ensayo acerca de porqué hoy no puedo hacer un ensayo.

Estaba precísamente perdiendo el tiempo escuchando un poco de música en youtube, y encontré una canción de la cuca que yacía olvidada entre mis recuerdos de la secundaría. De un click la desempolvé y le torturé sus reggaetoneros oídos a mi vecino, un poco en represalia porque sus tigres del norte se la pasaron rugiendo, desde las 8 y hasta las tres de la mañana. Yo no soy vengativo: es verdad; solo soy justo; si yo no duermo... ¿porqué habría de dormir él?

El caso es que la otra vez el pobre hombre despertó sobresaltado, terriblemente nervioso; desde entonces tiene más cuidado con el volumen de su ruido infernal y al que por cierta perversión del lenguaje suele llamar música. No tengo la culpa de que mis gustos musicales vayan "de lo sublime a lo infame". El día en que el vecino pedía que llamaran a carlos trejo y al padre amaro con los exorcismos, yo no tuve nada que ver con sus ataques de pánico; esa es una cuestión epistémica que sería difícil de explicar com el tiempo tan reducido como lo tengo; baste decir que en aquella memorable y gloriosa noche, escuché de un tirón la mitad de la majestuosa ópera de Mozart "La Flauta Mágica". Poco antes de que terminara la aria donde Tamino toca la flautita y acuden al dulce sonido todos los animales del bosque, escuché a mi vecino roncar placidamente arrullado por los dulces acordes, y discretamente para no perturbar mis designios, le subí todo lo que pude a las bocinas de la compu, oprimí enter y -tal vez por accidente - reproduje "Satania" del Mago de Oz, y después varias otras canciones que básicamente hacían referencia a metáforas que se encarnaban en el diablo o los demonios; tonterías con que se asustan a las viejas beatas, a los niños y a los regaetoneros...


Pero lo que imaginé mi mayor venganza, fue presentarle a una amiga metalera que es de armas tomar. Fue un chispazo: recordé mi cuento de "Dias de mala suerte" y decidí llevarlo a cabo con él. Una lástima; se portó decente y su nariz quedó a salvo. Pero, con todo, me la pasé más de una vez imaginando y disfrutando de antemano la escena reivindicativa. Igual les dejo una canción de "La Cuca" que me habría gustado que hubiera ocurrido en la realidad. Si así fuera, no había regaetoneros...


* No soy vengativo: "En verdad os digo que todas las cosas malas les serán perdonadas; pero en cuanto a no dejarme dormir, no les será perdonado ni en este ni en el próximo milenio"

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