sábado, 5 de febrero de 2011

De bichos raros (léase: ingleses)

En el amor, las mujeres y la muerte Schopenhauer escribió: “Otros continentes tienen monos; nosotros tenemos franceses. Eso nos compensa” Si hubiera escrito ingleses , habría dado en el clavo.

Hace unos días, mientras despertaba de mi siesta matutina, me encontré con la desagradable noticia de que un trío de mequetrefes había dicho no sé que tantas simplezas acerca de los mexicanos. Hablar desde la ignorancia es el mejor síntoma de ser primitivo, conductor de la BBC, o por decirlo más claramente, es parte de la esencia de ser inglés. La situación me puso en una posición embarazosa: por un lado esos tres son indignos de mi puntapié, pues aún con mi puntapié les honro, pero mi nacionalismo recalcitrante me impulsaba a redactar unas páginas acerca de la cultura inglesa. Dado que para mí sería una afrenta contestarles en los mismos términos, me dediqué un par de horas a leer un poco acerca de la cultura inglesa. En verdad que no había mucho material para revisar: su cultura data de ayer, y su mayor logro arqueológico fue poner en equilibrio tres piedras. Hoy, tras haber revisado un poco de historia universal, he llegado a dos conclusiones que serán interesantes para los pocos ingleses que puedan comprenderlo; tarea monumental dado que los ingleses solo tienen buenas ideas cuando les cae un manzanazo en la cabeza. Estamos seguros de que una teoría como la de Darwin solo podía surgir en inglaterra; sin embargo, Darwin se pasó la vida tratando de dar con el eslabón perdido. Sabemos que la autocrítica no era una cualidad de Darwin; de no ser así, de un vistazo y una vuelta por Buckingham habría resuelto el enigma, y habría encontrado lo que nunca estuvo perdido, sino frente a sus ojos; pero es una realidad que a fuerza de familiaridad, lo cotidiano es invisible.

A los ingleses hay que agradecerles por haber dado al menos tres grandes cosas a la humanidad contemporánea: la delincuencia organizada, la corrupción y a Hitler. Vayamos por partes.

En un principio la corona inglesa estaba tan pobre que sus majestades se vieron reducidos a la necesidad de encabezar una banda de delincuentes marítimos. En México a los ladrones se les suele llamar ratas; en gran bretaña en cambio, se les conoce como “su excelencia”. Ningún país que no sea inglaterra se precia de tener entre sus filas a nobles de tan gran abolengo como el hijo de un granjero, a quien por cierto le levantan monumentos. Sería fácil hacer una lista de duques, marqueses y condes, o por resumir, piratas de su majestad, el capo de capos por excelencia. Pronto, del robo pasaron al secuestro y al comercio de negros; pues el solo negocio del robo era una cosa insuficiente para las necesidades de la corona. El rey, o por decirlo en una metáfora robada –como todo lo inglés – Alibabá, dirigía y premiaba a sus cuarenta ladrones. No sería difícil que tuviera su tabla de productividad y eficiencia, para repartirles el aguinaldo y las comisiones. Antes de ser tan petulantes, los ingleses deberían considerar que siempre fueron una cosa extraña a orillas de Europa, sin épocas de esplendor y sin haber sido jamás el centro cultural y el referente por excelencia. En la época del renacimiento, fasta época para países como Italia, perlada de genios, en inglaterra Shakespeare era la única luz en la oscuridad. Más adelante, la barbarie mecanizada de inglaterra se vio opacada por las luces ilustradas de la genialidad francesa. Acostumbrados a obedecer a los delincuentes, no es raro que en la época actual obedezcan a su antigua colonia penitenciaria.

Pero no solo eso, sino que aunque se nos infarte el fatuo de winston churchill, inglaterra es la precursora de Hitler. Mucho se ha hablado de que si las obras de Nietzsche manoseadas por su hermana influyeron en las ideas del Führer; pero más allá de esas simples especulaciones, lo cierto es que los ingleses son los principales responsables de que ideas tan perniciosas como la raza superior, el exterminio de razas inferiores y la esclavitud pasaran a formar parte de la historia moderna. Los comentarios de la bbc no dejan de ser un síntoma interesante, una reminiscencia de aquellas ideas, un destello anacrónico de una realidad de la cultura inglesa.

Tras el reconocimiento universal de los derechos humanos, todos convenimos en que destruir lo que es diferente es un signo de barbarie… ¿no fueron, de hecho, los ingleses, los grandes genocidas coloniales? Vulgares presidiarios de la nación más vulgar de las aristocracias europeas enviados a colonizar, no podían sino considerar inferior y bárbaro a todo aquello que no fuera como ellos. Impulsados por su creencia irracional en la predestinación, no podían hacer otra cosa sino declarar a los negros dignos de ser esclavos. Lo mismo en EU como en África o en Australia, arrasaron con los aborígenes y los redujeron a cuasi animales. A Hitler le critican los Guetos... ¿y el “Aparheid”?

Lo cierto es que los ingleses imponen en sus colonias un peculiar estilo de dominación más racista que el impuesto por otras naciones. Son los ingleses los que tienen la brillante idea de comerciar con negros secuestrados en África. Si en la India o en China no arrasan con el pueblo, en cambio se mantienen aislados y sin un proceso de mestizaje: el mito de Pocahontas es una curiosidad; el mito de la Malinche¸ en cambio, es una constante. Mantener la pureza de la raza blanca como símbolo de superioridad y arrasar con pueblos y civilizaciones enteras; ¿no era la propuesta de Hitler, si cambiamos blanca por aria? La concepción de hombre para los pueblos católicos era más universal, mientras que para los protestantes puritanos ingleses el concepto hombre era más limitado y estaba circunscrito a los predestinados por dios, a los cristianos, a la raza blanca; he aquí el porqué los ingleses no se mezclaban: para ellos, mestizaje significaba herejía y zoofilia… ¡o sea que los más nacos nos salieron los más exigentes! El jesuita ilustrado y el vulgar puritano: tales son los símbolos distintivos de las grandes etapas coloniales. Hoy todo inglés que se precie de posmoderno sentiría repugnancia por esa parte de su pasado.

Seguiría escribiendo, pero tengo cosas más importantes que estar ilustrando a viles ingleses. Como dormir.

Pregunta para la BBC: ¿se me ha comprendido?

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